Esclarecido el enigma.

Entrando por la calle Boquerón a eso de las ocho de la tarde y en la esquina confluyente con la de Pepote descubrí sorprendido un  montaje un tanto desconcertante e inusual. Alguien había colocado un monumental altar con imaginería cristiana engalanando una hermosa talla de una Virgen que según su propietario me manifestó ser la Reina de Todos los Santos.
Descubrí al girar la vista hacia la izquierda en dirección longitudinal que la calle Pepote había sido también ornamentada con varios altares con sus respectivas Vírgenes.
A mis preguntas me explicaron que las Vírgenes eran de propiedad privada y que sus propietarios las tenían en sus casas para su goce espiritual. Las había chiquitas, simples (éstas más populares), otras de gran tamaño (alguien me susurró que solo los ricos pueden tener en sus casas tallas tan imponentes como las que allí había). Perplejo me quedé con esta información de tapadillo.
Bueno, el caso es que a los pocos minutos apareció la cabecera de la Procesión  (la iglesia parroquial del Corpus Christi de Pedregalejo es la titular del barrio) que fue recorriendo y saludando a las Vírgenes que allí había seguida de un número no superior a 200 personas entre devotos y curiosos.