Microhistorias imperfectas [2]. Lo inesperado se hace bulla.

Y había pasado la noche más solo que la una en un lugar inesperadamente bello donde el río Guaro a duras penas, aun queriendo le resultaba imposible aumentar el nivel del pantano de La Viñuela.

En ese momento en el que arropado por el saco de dormir confundes todo en uno, los últimos sueños, los primeros rayos de luz, el trinar de los pájaros, y casi sin darte cuenta sientes interrumpido el apacible estado de bienestar por algunos sonidos  imprevistos y desconcertantes .

Allí estaban al otro lado de la línea arbolada faenando junto a un furgón. Habían sacado la cacharrería para lo que más tarde terminaría siendo una hoguera cuyos rescoldos servirían para la elaboración de una enorme paella.

Al otro lado del camino, justo detrás de donde yo había pernoctado un joven se afanaba en la colocación de sillas, toldos y parasoles que descargaba de su pickup. Sorprendido me acerqué con cara de preguntón a estos imprevistos y madrugadores currantes.

-“Estamos de bulla, me dijeron, en un par de horas llegarán desde La Viñuela-pueblo un grupo de unos 30 caballistas y enganches.”

El paso de las horas confirmó la previa información. Un par de amantes de lo ecuestre habían organizado entre amigos la “I Ruta Nietos Montosa 2023” (La Viñuela-Las Mayoralas 23 km)

Y allí, sin comerlo ni beberlo pasé una maravillosa jornada. Sí que comí paella, bebí cerveza y me acogieron como a uno más de ellos.