Hoy ha empezado a soplar poniente y el mar, que normalmente no es de enseñar músculo se ha puesto a rugir y nos ha ofrecido algunas olas de 4 ó 5 metros, nada excepcional pero al no estar acostumbrados al espectáculo del juego de las crestas derrumbándose, las espumas barriendo la playa y las gaviotas jugueteando con las ráfagas de viento a la caza de algún pez despitado uno se viene a echar un vistazo, sin más.
Ese parquet de primera en las magníficas puestas de sol estaba hoy triste, desangelado y húmedo. Y la caja del restaurante de los Baños del Carmen, desolada. Aquí no se acerca nadie ni siquiera a tomarse un tubo de cerveza salvo que se vea atraído por las evoluciones marinas.
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EXIF: Canon EOS 5DsR.
Sigma 35 mm 1:1.4 DG Art