Las monjitas Concepcionistas Franciscanas, popularmente conocidas como las Recoletas hacen lo que pueden para cuadrar su maltrecha economía.
Y lo sé porque no hace tanto tiempo, allá por el 2012 tuvieron que recurrir al popular cepillo para recavar fondos pues un buen día (más bien malo) se les hundió parte del tejado del convento. El Ayuntamiento de Estella-Lizarra aportó 1000 € para tapar algún agujero que otro y el resto lo pusieron los fieles y devotos de la congregación cerrando el presupuesto de reparación los ingresos obtenidos por la venta de rosquillas en el mercado semanal de los jueves que se celebra en la Plaza de los Fueros de la ciudad.
Y justamente este mismo jueves venía yo de proveerme de medio ejemplar de queso bien curado que unas mozas de Etxarri-Aranaz en la Barranca venden cada jueves y que yo no quería renunciar a tan sabroso manjar regresando a Málaga con las manos vacías. Y ya a punto de dejar la plaza saqué mi Huawei10 y les hice una foto a toda prisa. No me dio tiempo de ver cómo eran las rosquillas pero a buen seguro que sabrán a «teta de novicia» (cuidadito, no sulfurarse, esto es habla popular) dado el cariño que ponen en su elaboración y la acumulación de conocimiento en el arte de la repostería tras varios siglos de férrea clausura. Hoy las cosas han cambiado para estas órdenes que han ido adaptándose al imperativo del correr de los tiempos.
Y me pregunto, ¿qué necesidad tienen las monjas, en general de vender rosquillas en un mercado?
Como no quiero dar la vara, aquí os dejo un enlace que aclara alguna de mis dudas sobre la financiación de la Iglesia Católica en España.
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EXIF: Huawei10. ISO50 1/857s f/2,2 distancia focal 35mm.