Microhistorias imperfectas [55].
Serie: «Nostalgia de un pasado marinero»
Localización: Saturraran, Guipuzkoa
Entrega 7
Cárcel Central de Mujeres de Saturrarán, Guipuzkoa
En mi proyecto de recorrer los puertos de mar de la provincia de Guipuzkoa anoté el lugar de Saturrarán del que nunca antes había oído hablar.
En el mapa, aparecía como un pequeño enclave a orillas de un arrollo y un pequeño arenal bañado por el Canábrico. Pensé que podría ser un lugar perfecto para pasar una noche y disfrutar de la paz que ofrece el mar en un entorno del angosto y exuberante valle.
Viajar en el mes de octubre ofrece un aliciente especial ya que la masificación turística desaparece y permite moverse con facilidad y llegar a los lugares que uno tiene planeado visitar sin atosigamientos pertinaces.
El lugar me brindó lo que me esperaba, belleza del paisaje, comodidad para pernoctar y un magnífico paseo al cercano puerto, Ondárroa, comunicado con Saturrarán, perteneciente al puerto de Mutriku, por un apetecible paseo a orillas del mar.
Lo que no me esperaba, ni por asombro, fue encontrarme un pequeño monumento recordando a los miles de mujeres que fueron presas por la dictadura franquista en una cárcel que allí mismo existió: La Cárcel Central de Mujeres de Saturrarán.
El paraíso de Saturrarán
A finales del siglo XIX, el lugar donde posteriormente se fuera la cárcel se edificaron un balneario termal y otros edificios, debido a su ubicación estratégica cerca del mar y en un entorno natural aislado. Las aguas termales, muy valoradas en la época, se aprovecharon para crear un lugar de descanso y salud.
El balneario de Saturrarán fue un lugar de lujo que atraía a personas de la alta sociedad, entre ellas, miembros de la aristocracia y la burguesía de la época. Estaba diseñado para ofrecer confort, tranquilidad y acceso a los beneficios de las aguas termales. Este tipo de balnearios, que se popularizaron a finales del siglo XIX y principios del XX, eran muy comunes en Europa, especialmente en España, donde la aristocracia y la clase alta acudían a estos lugares para mejorar su salud y disfrutar de un estilo de vida opulento.
El complejo contaba con varias instalaciones, como salones de recreo, habitaciones elegantes y jardines bien cuidados, lo que lo convertía en un lugar de descanso exclusivo para aquellos que podían permitírselo. Además, la localización del balneario, cerca del mar y en una zona tranquila, lo hacía aún más atractivo.


Sin embargo, tras la Guerra Civil Española (1936-1939) y la llegada de la dictadura franquista, el uso de los edificios cambió drásticamente. El régimen, con su política de represión, comenzó a transformar varias de estas antiguas instalaciones de lujo en centros de detención y trabajos forzados. En 1939, el balneario de Saturrarán fue convertido en una prisión de mujeres, precisamente por su ubicación aislada, que facilitaba el control de las prisioneras y dificultaba las posibles fugas.
Este cambio radical de un lugar de placer y descanso a un centro de represión y sufrimiento resalta la violencia y el contraste de las transformaciones sociales y políticas que se vivieron en España tras la Guerra Civil. El hecho de que un lugar tan elegante y exclusivo se convirtiera en un sitio de tortura y control refleja la brutalidad del régimen franquista, que utilizó antiguos símbolos de lujo para privar de libertad y dignidad a miles de personas.

Condiciones de vida dentro de la cárcel.
Las condiciones en la Cárcel de Saturrarán eran muy duras. La prisión estaba diseñada con el propósito de castigar, humillar y aislar a las mujeres, y el entorno que ofrecía no era nada mejor que el de otras prisiones franquistas. Entre las principales características de la vida dentro de la cárcel estaban:
-Hacinamiento
Las celdas eran pequeñas y frecuentemente estaban superpobladas, lo que dificultaba la convivencia y generaba tensiones entre las prisioneras. Las mujeres se veían obligadas a compartir espacios extremadamente reducidos.
-Trabajos forzados
Como en muchas otras cárceles de la época, las prisioneras de Saturrarán fueron sometidas a trabajos forzados, en su mayoría trabajos manuales o en talleres, donde las condiciones eran severas. Esto formaba parte de la estrategia del régimen para forzar a las prisioneras a contribuir a la economía del estado, pero también servía como una forma de humillación y control.
-Abuso físico y psicológico
Las prisioneras eran sometidas a un trato extremadamente duro por parte de las monjas mercedarias y el personal penitenciario. Además de las condiciones de hacinamiento y la falta de higiene, muchas mujeres fueron víctimas de abusos físicos y psicológicos. Los castigos eran frecuentes, y las mujeres que se resistían o mostraban signos de rebeldía eran sometidas a penalidades aún mayores.
-Alimentación precaria
La comida era escasa, y la calidad era tan mala que muchas prisioneras sufrían malnutrición y enfermedades relacionadas con la falta de una dieta adecuada. Además, las condiciones de salubridad en la cárcel dejaban mucho que desear, y las mujeres a menudo sufrían de enfermedades infectocontagiosas.



La vida de las prisioneras con hijos
Uno de los aspectos más conmovedores y trágicos de la historia de Saturrarán es la presencia de niños pequeños que vivieron dentro de la cárcel con sus madres. La normativa franquista permitía que las madres reclusas con niños pequeños pudieran tener a sus hijos en la prisión hasta una edad determinada, generalmente hasta los 3 ó 4 años. Sin embargo, este hecho no hizo más que añadir sufrimiento a las ya precarias condiciones de vida
Los niños
Muchos de los niños nacieron en la prisión, ya que algunas prisioneras estaban embarazadas al momento de ser detenidas. La vida de estos niños dentro de la cárcel era extremadamente difícil, pues no solo compartían la miseria de las madres, sino que también se encontraban en un entorno de represión, falta de higiene, y escasez de recursos. Aunque algunas madres intentaron cuidar a sus hijos lo mejor posible, el estrés, el hacinamiento y la falta de espacio y materiales educativos hicieron que su infancia fuera muy limitada y traumática.
Separación de los niños
Cuando los niños alcanzaban una edad avanzada (alrededor de los 3-4 años), eran separados de sus madres y enviados a orfanatos o a casas de familiares, si es que existían. Esta separación, tras haber vivido juntos en condiciones tan extremas, fue una de las experiencias más dolorosas para muchas madres, que perdieron a sus hijos tras haber pasado una parte importante de su infancia juntos en la prisión.
La solidaridad entre las prisioneras
A pesar de las condiciones inhumanas, las prisioneras de Saturrarán formaron fuertes lazos de solidaridad entre ellas. Como era común en las cárceles del franquismo, las mujeres compartían lo poco que tenían y se ayudaban mutuamente a sobrellevar las duras condiciones de la prisión. Muchas de ellas mantenían una fuerza colectiva para resistir el abuso y la opresión, y algunos testimonios revelan que, a pesar de las penurias, se crearon redes de apoyo emocional y psicológico.
Además, las prisioneras trataban de mantener sus principios políticos y su identidad, a pesar de la presión del régimen, que intentaba quebrantar su resistencia. La memoria de la lucha en la cárcel se convirtió en un elemento clave de la resiliencia y resistencia de muchas mujeres, que al salir de prisión, seguirían activas en movimientos políticos y de derechos humanos.

Monumento a la memoria de miles de mujeres e hijos privados de libertad por la dictadura franquista
«MEMORIA VIVA»
«El Gobierno Vasco a través del Departamento de Vivienda y Asuntos Sociales rinde homenaje al conjunto de mujeres presas en la cárcel de Saturrarán entre los años 1938 y 1944.
Y a todas aquellas que también fueron víctimas de la represión fascista por su lealtad a la II República y su defensa de la libertad y la democracia». Enero 2007
EXIF:
-Canon EOS R6 Mark II. Objetivo: Canon EF 24-105 mm 1:4 L USM.
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